Este fin de semana han sido las fiestas del pequeño pueblo donde vivo.
El caso es que este sábado a la tarde estaba paseando por mi pueblo para saborear el ambiente fiestero.
Y resulta que había un camión/discoteca en donde un tío muy competente y simpático cantaba y bailaba canciones para niñas y niños.
Y me puse a mirar, como hacía mucha gente adulta en el lugar.
Como la música estaba a unos decibelios exarcebados para mi gusto, y eso me molestaba a los oídos,
se me ocurrió meterme un trozo de pañuelo de papel en cada oreja para atenuar semejante volumen y así disfrutar del evento.
El tío del camión/discoteca era muy divertido.
Las niñas y niños bailando era más divertido todavía.
Y la gente adulta que bailaba también tenían su gracia (algunos más y otros menos, como es habitual).
Y yo ahí observando,
divirtiéndome viendo divertirse a la gente
y disfrutando de la música,
las canciones,
los bailes,
las risas,
el ambiente de fiesta,
la inocencia y espontaneidad infantil,…
Y entonces sucedió.
Fue de repente, sin avisar.
Tuve una experiencia fiestera/espiritual espontánea.
Así, sin más.
Cualquiera que me hubiera observado en ese momento, habría visto simplemente a una mujer sentada sonriendo, pasándolo bien.
Pero nunca nadie habría sospechado lo que me estaba pasando realmente por dentro.
Por dentro entré en un estado de alegría y amor infinitos, que iban mucho más allá de la situación exterior.
Por dentro, mi pequeña mente parlanchina se calló.
Por dentro, mi Gran Mente emergió.
Y entonces, lo que miraba y oía, en eso me convertía.
Oí la música y mi mente era música.
Observé a las niñas y niños y me convertí en ellas/os.
Oí las risas y me convertí en risa.
Miré el cielo y fui el cielo.
Miré los árboles y yo era los árboles.
Y ni rastro de mi pequeña mente parlanchina.
Había desaparecido por completo esa mente que se pasa todo el tiempo pensando y hablando por dentro sin parar.
Y a la vez que pasaba todo eso, también era totalmente consciente del exterior como, por ejemplo, saludar a la gente conocida que pasaba cerca de mí.
Es decir, que no me había ido a ninguna otra “galaxia”.
Seguía aquí, con los pies en la tierra en el mundo exterior y, a la vez, en el mundo interior. Todo integrado.
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Que tengas un Buen Día,
AnaM.
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